En menudo jardín se metió Barry Jerkins para su (casi) debut: la historia de un joven negro y homosexual en una zona conflictiva de Miami asolada por las drogas, y que polémicas y confusiones aparte ha terminado sorprendentemente coronada con el Oscar a mejor película del 2017. La pregunta ahora es ¿hay para tanto?
Veamos pues: la peli adopta el clásico relato de "comming of age", de paso de la infancia a la adolescencia y a la edad adulta de Chiron, dividida en 3 actos, cada uno de ellos titulado a partir de la manera de referirse al protagonista por parte de su entorno.
La 1ª, "Little" se centra en momentos de la infancia, cuando Chiron "Little" es víctima de bullying por un grupo de chicos y de su propio entorno familiar con su madre adicta y termina siendo rescatado por Juan, un traficante de drogas de la zona y su chica y contando su apoyo y el de otro compañero de escuela, Kevin a quien parece no importarle en absoluto el ostracismo al que condenan a Kevin el resto. Esta parte es de lejos la más bonita plásticamente, con muchos momentos de gran sensualidad como la "lucha" entre Little y Kevin en el campo de deporte o la escena en la que Juan enseña a Little a nadar, rodada casi como si de un bautismo se tratara y muy deudores del último cine de Terence Malick y esa manera que tiene se mostrar los cuerpos, su interacción y su relación con el entorno. Ambos momentos son excelentes y totalmente metafóricos de lo que está por venir, de la influencia que van a tener ambos personajes en Chiron, en su desarrollo personal y sexual.
La 2ª parte, "Chiron" se desarrolla en la adolescencia y muy consecuentemente es el fragmento más tubulento de la película, centrada en dos hechos diferenciales: la primera experiencia sexual de Chiron con Kevin, rodada de noche, planteada casi de forma casual pero rodada con delicadeza y casi pudor, sin mostrar más de lo necesario, incidiendo más en el momento íntimo compartido por los dos personajes que en el acto sexual en sí pero sin obviar la importancia y fisicidad del momento ( esa mano limpiándose en la arena al final...). El otro momento, igual de importante y definitorio, la humillación a la que es sometido Chiron y su reacción que le lleva a edad adulta, perfectamente pautado tras un metafórico lavado de cara y enfrentamiento consigo mismo en el espejo.
En el 3º acto, vemos a Chiron, ahora "Black", de adulto; ni rastro ya del adolescente apocado y desgarbado, convertido casi en un dios de ébano, dedicado al tráfico de droga y retomando contacto con su madre y por fin con Kevin. Esta es la elipsis más arriesgada, no tanto por el desarrollo vital, del protagonista, coherente con lo visto hasta ahora sino por su transformación física, comprensible en cuanto a intenciones aunque tal vez excesiva en cuanto al resultado. Todo el acto final del reencuentro se alarga un poco demasiado aunque a cambio la tensión sexual (y sentimental) no resuelta está presente en todo momento, hasta el abrazo final, que funciona casi como ajuste de cuentas o más bien como manera de hacer las paces con el pasado.
Se le pueden achacar muchas cosas a la película, como ser demasiado bonita plásticamente (no veo el problema, nunca he entendido que una historia dura tenga que ser estéticamente dura o "fea") o el hecho de que la película esté escrita y dirigida por un hombre heterosexual (me viene a la cabeza cuando Steven Spielberg, blanco y judío hizo "El color púrpura", ambos casos muestran que la sensibilidad y el talento no deberían estar reñidas con contar una historia, cualquier tipo de historia, por muy alejada culturalmente que esté del narrador). Las elipsis, para algunos resultan excesivas (no me parece, en ningún momento necesité que me contasen lo que pasa entre esos tres momentos, el personaje se entiende perfectamente) y el final es bonito y consecuente aunque quizás algo pacato y poco impactante. Por no hablar de todos los factores extracinematográficos, como ser la primera película (al menos en llegar al gran público) que trata el tema de la homosexualidad y con reparto y entorno cultural exclusivamente de población afroamericana y terminar llevándose el Oscar a la mejor película, posiblemente beneficiándose de la resaca del #oscarsowhite del año pasado y hecho de cualquier manera de gran relevancia histórica. Por encima de todo, para mí lo más interesante es el intento de contar una historia con imágenes, el cuidadísimo trabajo de dirección y puesta en escena (casi merecía más el Oscar a dirección que a película, ya puestos), donde es un triunfo total (más si tenemos en cuenta el exiguo presupuesto de 1.5 millones de dólares que lucen como si fuesen 10 veces más), y que me hace esperar con ganas ver qué nos puede ofrecer el director en el futuro.
8/10.