domingo, 13 de marzo de 2016

Frente al mar: Angelina mirando a Europa (por google maps y sin gafas).

Uf, que papelón. A ver: por un lado valoro y respeto el arrojo de Angelina para intentar ser una artista total (al menos en el medio cinematográfico) y lanzarse a escribir, dirigir y protagonizar una película como esta. Se nota asimismo lo muy fan que es de las pelis de Antonioni o de Bergman de los 60-70 y las ganas que tenía de hacer algo en esa línea, con una pareja al frente como protagonista, un secreto compartido y una dolor que exorcizar. Pero eso es todo; el resultado lamentablemente es un despropósito que recuerda más a lo que hacía el personaje de Javier Cámara en "Torremolinos 73" (si al menos tuviera su gracia...) que a los referentes citados. Para empezar el guión resulta torpe y en ningún momento nos prepara para el momento en que descubrimos el conflicto; tanto podría ser ese como cualquier otro y para más inri tiene que mencionarlo el personaje de Brad específicamente. Por no hablar de los diálogos, pretendidamente intensos y poéticos pero que terminan siendo ridículos en muchas ocasiones o la descripción del personaje principal, Vannesa (se pasa la primera mitad de la película fumando, mirando intensamente al infinito o tirada en una silla o hamaca bebiendo). En cuanto a la dirección, quiere ser incisiva, sutil y eliptica y termina siendo pretenciosa y vacua, tan preciosista como sin alma; preciosa música y fotografía al servicio de la nada, como regalar un mueble de Ikea y pretender que es de caoba lacada.  Lo único que se salva un poco son las interpretaciones, todas estupendas excepto paradójicamente la propia Angelina, que parece confundir en muchas ocasiones introspección inexpresividad. Brad en cambio saca mucho provecho de su desagradecido papel, se nota que quería darlo todo por su esposa. Resumiendo, para su próxima película como directora le vendría muy bien rebajar pretensiones, apuntar más bajo e ir poco a poco, centrarse en la dirección de actores (que se le da realmente bien) y contratar a alguien que le ayude con el guión.

Lo mejor: las interpretaciones, especialmente Brad.
Lo peor: el resto, hay donde escojer.

lunes, 7 de marzo de 2016

Brooklyn: nostalgia, la justa.


Los dramas ambientados en periodos históricos de la primera mitad del s.XX van mucho juego tanto en el cine como sobre todo de cara a entregas de premios, como es este caso. La historia de una chica irlandesa que emigra a USA a principio de los 50 desde su Irlanda rural natal en busca de oportunidades podría haberse quedado en manos menos hábiles en un drama lacrimógeno típico  de amores imposibles y familias rotas y por suerte no es el caso por varios motivos. El principal, un guión estupendo que evita caer en los lugares más comunes, sobre todo en el tercio final en su resolución, merecidamente nominado al Oscar. Asimismo, la contenida dirección en su punto justo para resultar bonita sin caer en el paisajismo cuando debe ni evitar o exagerar innecesariamente los aspectos más escabrosos de la epopeya de la protagonista. Y por último claro el reparto, en especial Saoirse Ronan, una de esas actrices quesin aspavientos va abriéndose camino, de la escuela del minimalismo que con sólo una mirada consigue transmitir todos los anhelos y dudas de su personaje. Una de las películas más bonitas del año.

Lo mejor: el tramo final, por lo que tiene de romper con las convenciones y la escena final del retorno y reeencuetro, cine puro.

Lo peor: que haya quien se la pierda por pensar que es una más.

martes, 1 de marzo de 2016

La habitación: la maternidad sin duda era esto.


Poco que añadir a una de las películas más interesantes y comentadas de la temporada.  Partiendo de una premisa sencilla (una mujer y su hijo encerrados en una habitación y su posterior salida al mundo), lo que en otras manos habría dado para una película oscura y escabrosa sobre el abuso y la privación de libertad termian siendo un precioso y luminoso retrato sobre la relación de una madre y su hijo en condiciones extremas y su vuelta a la realidad. La primera mitad es modélica en cuando a tensión narrativa, aprovechamiento del reducido espacio de la habitación en la que están confinados los protagonistas y modulación de sentimientos.  Jack y su madre son por encima de todo personajes reales, no héroes, con sus bajones y momentos de desesperación, los intentos de ella por oocultar la terrible situación en la que se encuentran y hacerla llevadera y la incomprensión infantil de el en ocasiones.. La película se beneficia enormemente de la tremenda química de Brie Larson (justísima ganadora del Oscar a mejor actriz del año) y Jacob Tremblay (sángrate no-nominado); ambos afrontando sus personajes desde una naturalidad abrumadora, parece que hayan crecido juntos con sus personajes. La segunda mitad ya en el exterior es menos intensa, y aunque podría haber caído en el melodrama más desatado se beneficia de la decisión del director de narrarlo todo  rigurosamente desde el punto de vista del niño evitando así que se le vaya de las manos con excesos lacrimógenos y justificando las inocentes y reveladoras reflexiones de Jack, consecuentes con su desarrollo y el entorno en el que ha vivido hasta entonces. El final es perfecto en cuanto a eso que llaman en ingles “closure”: Joy y Jack ya definitivamente libres (say goodybe to room ma…) tanto física como espiritualmente y lanzándose a la vida.

Lo mejor: Brie y Jacob, redefiniendo la intensidad desde la naturalidad (esperemos que su status de nuevo niño prodigio no lo eche a perder a él).
Lo peor: perdérsela, o que haya quien pueda considerarla fría por su controlado dramatismo.