A estas alturas con 6 películas en 7 años ya podemos hablar de Xavier Dolan como un autor total, en el sentido más francés y nuevaolero del término. "Solo el fin del mundo" por desgracia ni aumenta ni disminuye ni siquiera matiza lo que ya sabemos de él, a saber y empezando por lo obvio, su fijación con temáticas familiares y las complicadas relaciones de dependencia en cualquier familia llevadas al extremo. En este caso, se nos cuenta el regreso de Louis, tras muchos años ausente, de visita por un día a su familia para comunicarles su inminente muerte por causa no especificada.
- Que es un excelente director de actores; aquí capaz de sacar a Marion Cotillard de su zona de confort y darle un papel tan vulnerable y apocado, o de convertir a una dama como Natalie Baye en poco menos que un travesti, canalizar la peligrosa ansiedad que transmite Vincent Cassel para logra que sea expresión pura de su personaje o bajarle los humos a Lea Seydoux y convertirla en una adolescente consumida por las dudas y aplastada por el peso de su hermano ausente.
- Su arrojo y valentía a la hora de narrar, las extremas pero acertadas casi siempre soluciones formales; en este caso el uso de sofocantes pero matizados primeros planos, el color y la iluminación en los mismos, las miradas y movimiento dentro del plano... todo configura la tensión latente de la historia, de lo que se dice por miedo a contar lo que se debería, de conflictos sin resolver en definitiva y que al final resulta lo más interesante de la película.
- El uso de la música y canciones existentes, tanto diegético como externo, a la altura de Tarantino o Almodovar en reutilizar material ya existente; la fuga mental del protagonista aquí mientras escuchamos en su cabeza Genesis de Grimes es de las cosas más hermosas que veremos este año.
Hasta aquí lo positivo. Su punto débil, cada vez más claro, es la ausencia total de mesura en lo que trata de contar; y aquí es donde le vendría bien un coguionista o un productor que le ayudase a dar forma a sus ideas o le indicase dónde cortar o que no es necesario visualizar todas y cada una de las discusiones familiares, por muy bien filmadas que estén o por mucha verdad que transmitan. En este caso llega a hacerse artificioso especialmente en la explosión de sentimientos final y termina dando la sensación de no conducir a ninguna parte. El día que consiga equilibrar su ímpetu narrativo con una buena historia que contar de manera limpia y concisa nos dará esa gran obra que tanto parece ansiar y tanto nos hace esperar. Mientras tanto yo al menos seguiré con interés su camino.
Lo mejor: las conversaciones del protagonista con el personaje de Marion Cotillar, prodigio de sutileza de y de comunicar con miradas y silencios lo que las palabras no pueden.
Lo peor: más nunca es realmente más.
6/10.