La primera película del año suelo elegirla con cierta ilusión, es mi manera cinéfila de dar la bienvenida al mismo y sentar el tono de lo que está por venir. Asimismo atendiendo a la tradición cultural imperante, (al menos en occidente) la oferta no es muy amplia ni temáticamente arriesgada. Afortunadamente este año nos llega justo a tiempo "Los que se quedan".
La película nos cuenta la historia de una serie de personajes que por distintas circunstancias deben quedarse en un internado de un colegio de élite durante las vacaciones de navidad de 1970. Partiendo de esta sencilla premisa y trabajando por 2ª vez en base a un material no escrito por el mismo, Alexander Payne nos ofrece en esta ocasión la perfecta película navideña: un drama sin excesos envuelto en comedia de opuestos destinados a entenderse; adulto con diálogos ingeniosos pero creíbles recitados con un tempo perfecto por actores en estado de gracia, personajes perfectamente reconocibles y situaciones que se amenazan con desembocar en la tópica explosión emocional con exceso de violines tan querida en el drama U.S: pero que nunca llegan a hacerlo gracias a un guión controladísimo que fluye con naturalidad y a una ajustada y contenida dirección que encuentra el equilibrio perfecto para emocionar manipulando lo justo. Incluso le perdonamos el típico punto de inflexión final con redención de todos los personajes, tan de manual, por el buen sabor que deja el conjunto a la salida.
Todo esto por supuesto se sostiene gracias a un casting perfecto tanto de sus 3 personajes principales como de todos los secundarios; aunque quien roba la función es Paul giamatti, al que hemos visto en mil papeles tanto principales como secundarios, en ocasiones dado a la sobreactuación pero que aquí aporta su peculiar fisionomía un personaje en principio nada agradecido y logra que sintamos empatía por el mismo llevando el peso de la película en su interpretación pero sin imponerse nunca a sus compañeros. Debería ganar en nada el Oscar a la interpretación masculina, esta vez sí.
Lo mejor: tenemos nuevo clásico navideño.
Lo peor: que no le den el Oscar a Giamatti.
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