domingo, 28 de febrero de 2016

Anomalisa: cuestión de percepción.


La enésima demostración de que el cine de animación no debería segregarse y confinarse sólo a contar cierto tipo de historias o temáticas  como es este caso. Tratándose de Charlie Kaufman aunque la idea de fondo es sencilla (la búsqueda de la identidad propia y alguien diferente en un mundo cada vez más gris y que tiende a la homogeneidad y despersonalización) el desarrollo es de todo menos convencional, con un tempo de lo más reposado y un guión modélico tanto en cuanto a descripción de personaje  y su circunstancia (perfectamente clásico) como en introducir la extrañeza con recursos totalmente cinéfilos como el uso de la voz y el sonido y la animación para crear una sensación de total irrealidad metafórica para expresar el sentir y la percepción del mundo del protagonista. Conviene verla con la mente abierta y paciencia y dejarla reposar para asmiliar su peculiar estilo pero a cambio nos ofrece una de las experiencias cinematográficas más singulares y en cierto modo desoladoras de la temporada.

Lo mejor: la perfecta fusión de historia, narrativa, punto de vista y estilo.
Lo peor: que a pesar de lo universal de lo que cuenta sea tan arriesgada para el panorama cinematográfico actual, lo cual pueda provocar rechazo en espectadores poco dados a tener que pensar y digerir la película más allá de la sala.

lunes, 22 de febrero de 2016

La ley del mercado: cuando la búsqueda de empleo es la vida.

Cine social pero del bueno, sin monsergas como suele pasar en el español. Un hombre de 51 años ty su búsqueda de trabajo tras 20 meses en el paro. Elipsis y nuevo trabajo y nueva pregunta: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por tener un curro? Todo ello contado con calma y una frialdad a ratos casi mortal, como si una historia de los Dardenne fuese dirigida por el Haneke de "Código desconocido", a episodios sueltos, como si fuera imposible abarcar toda la angustia y la tragedia de la búsqueda de empleo en un entorno de crisis como el actual con una narrativa tradicional clara de causa-consecuencia sino mostrando momentos puntuales aislados. Las interpretaciones, como casi siempre en el cine francés, soberbias, especialmente el protagonista Vincent Lindon en la escuela del menos-es-más de la Binoche y similares, asumiendo su personaje con total naturalidad. El resultado es desolador y bastante frío pero cualquier que haya vivido una situación remotamente similar (como es mi caso) podrá verse reflejado y quiero pensar que cualquier persona en general podrá entender el dilema final del protagonista.

Lo mejor: que resulta perfectamente creíble.
Lo peor: que resulte demasiado fría y cause rechazo para espectadores con poca paciencia.

viernes, 12 de febrero de 2016

El renacido. Sufre como Leo.


A la redención y la felicidad por el dolor. A partir de una sencilla historia real (hombre abandonado y dado por muerto en las montañas tras un ataque de oso y el asesinato de su hijo), Iñárritu monta su clásica historia de superación y redención personal a través de miles de obstáculos y dolor y dificultad extremas. Sólo que en este caso lo hace adoptando el clásico esquema de película de aventuras (“western”, de aquellas maneras). El resultado es espectacular, una lucha extrema del hombre contra sí mismo y contra la naturaleza que se interpone en su camino. El director se las apaña no sólo para mantener el interés sino para fascinar a lo largo de 2 horas y media de metraje de las cuales la mitad son Leo caminado, arrastrándose y sufriendo en general, buscando venganza.  Iñárritu no es tonto claro y como guionista estructura perfectamente la película, con dos set pieces impresionantes para empezar y terminar (sobre todo la primera) y varios puntos de inflexión a la largo del relato, a cual más infartante. El trabajo de fotografía es de otro mundo, más teniendo en cuenta que es todo luz natural y está rodada íntegramente en escenarios naturales y las interpretaciones, especialmente las de Leo y Tom Hardy, radicales y viscerales acorde con la propuesta (aunque ese plano final de Leo clama un poco al cielo, ese “quiero un Oscar, mirad cómo he sufrido, dádmelo yaaaaa!”).  Pocas veces se ha mostrado (al menos en el cine mainstream) la relación del hombre con la naturaleza de manera extrema. Desde ya una de las películas del año.

Lo mejor: dirección fotografía, interpretaciones... difícil destacar algo sobre lo demás, todo vuela a gran altura.
Lo peor: paradójicamente esa perfección a todos los niveles se vuelve a veces en su contra y da un poco sensación de "mira qué buenos somos todos" en tu cara. Eso y el plano final que  siendo Leo el intérprete puede causar hilaridad por su hambre de Oscar.

lunes, 8 de febrero de 2016

La juventud (o no).

En la misma línea de lo que hizo es su anterior (y maravillosa) “La gran belleza”, aquí sorrentino se centra en un concepto, la juventud, o más bien la pérdida de la misma, a través de una serie de peripecias aisladas de un director de orquesta y uno de cine en un balneario suizo y que van tomando forma en torno a dicho concepto. El resultado por desgracia no es tan perfecto y redondo como en la anterior, parece hecha un poco a refubo de la misma y está llena de historias y secuencias que si bien solas funcionan a la perfección no terminan de juntarse armoniosamente. Nos queda de cualquier modo una película visualmente preciosa como es marca de la casa, con algunos momentos y reflexiones bastante incisivos a costa de envejecer (cualquier conversación de Michael Caine y Harvey Keitel o el momentazo para la historia de Jane Fonda), sano cachondeo a costa de la música pop ( impagable y paródica Paloma Faith), y muchos momentos musicales para el recuerdo.


Lo mejor: tiene muchos momentos, me quedo con las dos apariciones de Miss Universo y su conversación con el actor que interpreta Paul Dano.

Lo peor: la sensación de que es una película de descartes de lujo más o menos engarzados.