En la misma línea de lo que hizo es su
anterior (y maravillosa) “La gran belleza”, aquí sorrentino se centra en un
concepto, la juventud, o más bien la pérdida de la misma, a través de una serie
de peripecias aisladas de un director de orquesta y uno de cine en un balneario
suizo y que van tomando forma en torno a dicho concepto. El resultado por
desgracia no es tan perfecto y redondo como en la anterior, parece hecha un
poco a refubo de la misma y está llena de historias y secuencias que si bien
solas funcionan a la perfección no terminan de juntarse armoniosamente. Nos
queda de cualquier modo una película visualmente preciosa como es marca de la
casa, con algunos momentos y reflexiones bastante incisivos a costa de
envejecer (cualquier conversación de Michael Caine y Harvey Keitel o el
momentazo para la historia de Jane Fonda), sano cachondeo a costa de la música
pop ( impagable y paródica Paloma Faith), y muchos momentos musicales para el
recuerdo.
Lo mejor: tiene muchos momentos, me quedo
con las dos apariciones de Miss Universo y su conversación con el actor que
interpreta Paul Dano.
Lo peor: la sensación de que es una
película de descartes de lujo más o menos engarzados.
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