domingo, 28 de febrero de 2016

Anomalisa: cuestión de percepción.


La enésima demostración de que el cine de animación no debería segregarse y confinarse sólo a contar cierto tipo de historias o temáticas  como es este caso. Tratándose de Charlie Kaufman aunque la idea de fondo es sencilla (la búsqueda de la identidad propia y alguien diferente en un mundo cada vez más gris y que tiende a la homogeneidad y despersonalización) el desarrollo es de todo menos convencional, con un tempo de lo más reposado y un guión modélico tanto en cuanto a descripción de personaje  y su circunstancia (perfectamente clásico) como en introducir la extrañeza con recursos totalmente cinéfilos como el uso de la voz y el sonido y la animación para crear una sensación de total irrealidad metafórica para expresar el sentir y la percepción del mundo del protagonista. Conviene verla con la mente abierta y paciencia y dejarla reposar para asmiliar su peculiar estilo pero a cambio nos ofrece una de las experiencias cinematográficas más singulares y en cierto modo desoladoras de la temporada.

Lo mejor: la perfecta fusión de historia, narrativa, punto de vista y estilo.
Lo peor: que a pesar de lo universal de lo que cuenta sea tan arriesgada para el panorama cinematográfico actual, lo cual pueda provocar rechazo en espectadores poco dados a tener que pensar y digerir la película más allá de la sala.

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