lunes, 25 de enero de 2016

El hijo de Saul: el holocausto como infierno personal.

Y cuando crees que ya has visto todo sobre el Holocausto, llega László Nemes y reinventa la rueda. Tal vez consciente de la saturación de imágenes que tenemos sobre el tema (y en concreto la dinámica de los campos de concentración) el director pega la cámara al protagonista, su cara, dejando el contexto alrededor, difuminado, intuido y escuchado mas que visualizado, y lo persigue en largos planos secuencia con poco y estratégicos cortes  o cambios de punto de vista. Nos centramos así en el conflicto de Saul (¿real?¿imaginario?) que en todo momento parece desconectado del horror que le rodea y de los numerosos conflictos a su alrededor a los que es empujado continuamente, tal vez por la fuerza de la costumbre o porque nada tiene importancia para él excepto lograr su objetivo.  El resultado es uno de los usos más extremos y rigurosos que recuerdo del uso del punto de vista, sólo comparable en el cine reciente a lo que hacía Gaspard Noé en “Enter the Void” (2009), tan agobiante como fascinante (para mí) y demuestra que otra mirada es posible, tanto sobre un tema concreto como sobre el cine mismo y sus infinitas posibilidades expresivas. Sin duda exige mucho por parte del espectador y puede resultar mareante o expulsarnos de la película nada más empezar si no comulgas con la propuesta; aún saí vale la pena intentarlo y descubrir la experiencia cinematográfica más radical de la temporada.

Lo mejor: la radicalidad del planteamiento a todos los niveles y el rigor con el que se ejecuta; la sensación de estar viendo algo totalmente nuevo. El final, tan ambiguo como alegórico.

Lo peor: que dicha radicalidad pueda generar rechazo en espectadores impacientes.

No te la pierdas: si te gusta el cine como  forma de arte además de entretenimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario