martes, 18 de julio de 2017

20th century women: la revolución eran ellas.

Por fin he tenido ocasión de ver la una de las películas que más injustamente ha pasado desapercibida  la pasada temporada (en España directamente se ha estrenado en formatos domésticos sin pasar por salas, si no me equivoco). Tomando como hilo narrativo el "coming of age" de Jamie (15 años) en 1979, este termina siendo casi un macguffin para retratar a las mujeres que le rodean y su relación con el tiempo en el que viven; a saber, su madre Dorothea (magnífica como siempre Annette Benning), Abbie la inquilina (Greta Gerwig matizando su registro habitual y adaptándolo a la circunstancia) y Elle Fanning, la mejor amiga y confidente, en la fina linea siempre de la tensión sexual no resuelta y que tal vez sea mejor dejar así.

A través de ellas y sobre todo de su impacto en Jaime se tratan temas como el feminismo más radical de la época, la dificultad de la maternidad tardía, el despertar sexual y afectivo de las adolescentes de la época e incluso la música como expresión de distintas formas de pensar, no tanto de cambio de época (tanto Black Flag como los Talking Heads cuya música se utiliza en la película surgieron entonces y se desarrollaron en la década posterior) sino como expresiones igualmente válidas aunque contrapuestas de distintas formas de enfrentarse a la nueva década y a la vida.

El hecho de que le película esté ambientada justamente en 1979 en Santa Barbara, en una época de tantos cambios y geográficamente al límite del centro de todo (Los Ángeles) y de que la casa en la que conviven todos esté en continua restauración es metáfora perfecta del momento vital de todos los protagonistas, en un punto de cambio potencial tanto vital como social, en el que los desplazamientos en coche tienen algo de descubrimiento, de llegar a algo desconocido y como tal son mostrados (especialmente los nocturnos, con esa fotografía saturada de luz y neón como si de un viaje lisérgico al otro lado se tratara). Y termina por mostranos a las protagonistas como pioneras y a su manera casi invisible como instigadoras del cambio y la apertura de nuevas formas de pensar, tanto suyas como a través de la influencia que todas ejercen en el Jamie.

No es casual que la película empiece como lo hace, con la escena del coche como ruptura y que termine con la madre, ese personaje aglutinador de lo que sucede alrededor, alzando el vuelo. Por lo demás la narrativa es mínima, sin grandes sobresaltos ni puntos de inflexión, casi más por acumulación de circunstancias que desde su particularidad llegan a la universalidad y hace que podamos identificarnos o creer conocer a una madre así, haber tenido una amiga así... Todo ellos sin ser excesivamente pedante ni hipster como le pasó a Noah Baumbach que intentó hacer algo parecido en "The Squid and the Whale" (Una historia de Brooklyn, 2005) o "Margot at the Wedding" (Margot y la boda, 2005) sin en mi opinión conseguirlo.

Lo mejor: el casting y la sensación de placidez que transmite para lo que nos quiere contar; que se recuerde después de haberla visto aún contándonos algo que ya nos han contado muchas veces.
Lo peor: su terrible distribución en España.

7.5/10.

lunes, 6 de marzo de 2017

Moonlight: despertar vital y sexual en 3 actos.



En menudo jardín se metió Barry Jerkins para su (casi) debut: la historia de un joven negro y homosexual en una zona conflictiva de Miami asolada por las drogas, y que polémicas y confusiones aparte ha terminado sorprendentemente coronada con el Oscar a mejor película del 2017. La pregunta ahora es ¿hay para tanto?

Veamos pues: la peli adopta el clásico relato de "comming of age", de paso de la infancia a la adolescencia y a la edad adulta de Chiron, dividida en 3 actos, cada uno de ellos titulado a partir de la manera de referirse al protagonista por parte de su entorno.

La 1ª, "Little" se centra en momentos de la infancia, cuando Chiron "Little" es víctima de bullying por un grupo de chicos y de su propio entorno familiar con su madre adicta  y termina siendo rescatado por Juan, un traficante de drogas de la zona y su chica y contando su apoyo y el de otro compañero de escuela, Kevin a quien parece no importarle en absoluto el ostracismo al que condenan a Kevin el resto. Esta parte es de lejos la más bonita plásticamente, con muchos momentos de gran sensualidad como la "lucha" entre Little y Kevin en el campo de deporte o la escena en la que Juan enseña a Little a nadar, rodada casi como si de un bautismo se tratara y muy deudores del último cine de Terence Malick y esa manera que tiene se mostrar los cuerpos, su interacción y su relación con el entorno. Ambos momentos son excelentes y totalmente metafóricos de lo que está por venir, de la influencia que van a tener ambos personajes en Chiron, en su desarrollo personal y sexual.




La 2ª parte, "Chiron" se desarrolla en la adolescencia y muy consecuentemente es el fragmento más tubulento de la película, centrada en  dos hechos diferenciales: la primera experiencia sexual de Chiron con Kevin, rodada de noche, planteada casi de forma casual pero rodada con delicadeza y casi pudor, sin mostrar más de lo necesario, incidiendo más en el momento íntimo compartido por los dos personajes que en el acto sexual en sí pero sin obviar la importancia y fisicidad del momento ( esa mano limpiándose en la arena al final...). El otro momento, igual de importante y definitorio, la humillación a la que es sometido Chiron y su reacción que le lleva a edad adulta, perfectamente pautado tras un metafórico lavado de cara y enfrentamiento consigo mismo en el espejo.



En el 3º acto, vemos a Chiron, ahora "Black", de adulto; ni rastro ya del adolescente apocado y desgarbado, convertido casi en un dios de ébano, dedicado al tráfico de droga y retomando contacto con su madre y por fin con Kevin. Esta es la elipsis más arriesgada, no tanto por el desarrollo vital, del protagonista, coherente con lo visto hasta ahora sino por su transformación física, comprensible en cuanto a intenciones aunque tal vez excesiva en cuanto al resultado. Todo el acto final del reencuentro se alarga un poco demasiado aunque a cambio la tensión sexual (y sentimental) no resuelta está presente en todo momento, hasta el abrazo final, que funciona casi como ajuste de cuentas o más bien como manera de hacer las paces con el pasado.




Se le pueden achacar muchas cosas a la película, como ser demasiado bonita plásticamente (no veo el problema, nunca he entendido que una historia dura tenga que ser estéticamente dura o "fea") o el hecho de que la película esté escrita y dirigida por un hombre heterosexual (me viene a la cabeza cuando Steven Spielberg, blanco y judío hizo "El color púrpura", ambos casos muestran que la sensibilidad y el talento no deberían estar reñidas con contar una historia, cualquier tipo de historia, por muy alejada culturalmente que esté del narrador). Las elipsis, para algunos resultan excesivas (no me parece, en ningún momento necesité que me contasen lo que pasa entre esos tres momentos, el personaje se entiende perfectamente) y el final es bonito y consecuente aunque quizás algo pacato y poco impactante. Por no hablar de todos los factores extracinematográficos, como ser la primera película (al menos en llegar al gran público) que trata el tema de la homosexualidad y con reparto y entorno cultural exclusivamente de población afroamericana y terminar llevándose el Oscar a la mejor película, posiblemente beneficiándose de la resaca del #oscarsowhite del año pasado y hecho de cualquier manera de gran relevancia histórica.  Por encima de todo, para mí lo más interesante es el intento de contar una historia con imágenes, el cuidadísimo trabajo de dirección y puesta en escena (casi merecía más el Oscar a dirección que a película, ya puestos), donde es un triunfo total (más si tenemos en cuenta el exiguo presupuesto de 1.5 millones de dólares que lucen como si fuesen 10 veces más), y que me hace esperar con ganas ver qué nos puede ofrecer el director en el futuro.

8/10.

martes, 28 de febrero de 2017

Toni Erdmann: the greatest love of all...


If I fail, if I succeed  At least I'll live as I believe...

¿Eres feliz?

Una de las preguntas más difíciles de responder con honestidad es la base sobre la que se construye esta película, una de las grandes sensaciones europeas del 2016. La historia de base no presenta grandes sorpresas: Inés consultora de una multinacional alemana volcada en su vida laboral trabaja en Rumanía recibe un día la visita de su padre que le hace dicha pregunta al ver el automatismo en el ha caído su vida. Las personalidades de padre e hija no pueden ser más distintas: mientras ella se esfuerza en hacerse oir y respetar en un entorno laboral básicamente masculino que la relega a hacer el trabajo sucio o directamente como asistente de sus esposas en tareas que consideran femeninas, el es un profesor de música de vuelta de todo que se toma la vida con humor (o al menos lo que los alemanes consideran humor, que esto daría para un post entero que aquí no tiene cabida). Tras una tensa visita recibida fríamente por la hija, el padre crea un alter ego "Toni Erdmann" que se presenta inesperadamente en las interacciones sociales de la hija como su "life coach" con la intención de hacerle reaccionar, de vivir su vida, de liberarse y volver a sentir.

Probablemente sea fortuito pero la película me recordó en muchos momentos al "Dogma 95", aquel movimiento que se sacó Lars Von Trier de la manga hace ya 20 años como forma de castidad y pureza del cine, que entre sus normas incluida la fotografía sin trucos de iluminación, rodaje en localizaciones reales sin luz artificial, historias que se desarrollan "aquí y ahora" y en general un cierto "naturalismo", presente en toda la película, así como en las interpretaciones y en muchos momentos de la misma que casi parecen haberse ido improvisando sobre la marcha, sin un guión claro. Las dos primeras horas dedicadas a mostrarnos las interacciones más o menos acercadas o fortuitas o interesantes entre padre e hija, que dan un poco sensación de "work in progress", de ir probando cosas sobre la marcha para ver qué puede funcionar (la directora cuenta que rodaron como 20 horas y después fueron eligiendo) entre las que encontramos momentos más o menos afortunados, algunos estirados innecesariamente y alguna joya (los pastelitos...). Y de repente, llega un punto de inflexión, casi de fuga, en forma de karaoke fortuito con Toni al piano e Inés cantando "Greatest Love of All" de Whitney Houston (elección nada casual, si atendemos a la letra). La falta total de música en la película, tanto de banda sonora como dietética cobra total sentido entonces y el momento resulta catártico para Inés convirtiendo su posterior fiesta de cumpleaños, planeada en principio como excusa para desarrollar lazos corporativos en otra cosa, la oportunidad de la protagonista para desnudarse y dejarse de artificios y convertirse en uno de los más extremos e incómodos momentos de comedia del cien europeo, sólo posible desde una concepción tanto vital como cinematográfica tan "fría" o desapegada (por decirlo de alguna manera) propias del centro y norte de Europa ( de nuevo me recuerda muchísimo a Lars Von Trier, su sombra es alargada...) y culminada por la aparición de Toni, extrema delirante y alegórica pero al final totalmente consecuente con la propuesta. Tras esto, sólo queda la calma, la satisfacción de estar en paz contigo mismo y el "Plainsong" de The Cure en los créditos como perfecto resumen y recapitulación (cuando usas clásicos en tu película, que sea tan bien como en esta).

El resultado no es una película fácil, tiene muchos altibajos y arritmias y un planteamiento y un tono que causarán tantas adhesiones como rechazos extremos pero sin duda es desde ya una de las películas de referencia del reciente cine europeo y merece la pena darle una oportunidad, porque en el fondo ¿quién no necesita un Toni en su vida?

7/10.

Sometimes you make me feel
Like I'm living at the edge of the world
Like I'm living at the edge of the world
It's just the way I smile, you said...

viernes, 24 de febrero de 2017

Jackie (¿hace falta algo más?)


Nada más empezar la película, vemos un periodista llegar a la vivienda de los Kennedy donde ha sido citado por Jackie para una entrevista en profundidad, apenas dos semanas después del asesinato de JFK. Tras abrirle la puerta y sin todavía invitarle a pasar, manteniéndose hierática bloqueando la puerta, tiene lugar la siguiente conversación (cita sacada directamente del guión de la película)



JACKIE
You understand that I will be editing this conversation? Just in case I don’t say exactly what I mean.

JOURNALIST
With all due respect that seems very unlikely, Mrs. Kennedy. 

[Jackie stares at him, polite but firm]

JOURNALIST 
Right. Okay. So this will be your own version of...what happened. 

JACKIE 
Exactly. Come in. 


Este momento resume y sintetiza la perfección lo que vamos a ver a continuación: no un biopic tradicional, ni siquiera una reconstrucción fidedigna e imparcial de aquellas dos semanas desde el asesinato en Dallas hasta el funeral del mismo. Es el retrato de un momento y un lugar decisivos en la historia americana del s.XX contados por alguien que lo vivió muy a su pesar en primera persona y cuya principal preocupación es dejar constancia alto y claro del legado de su marido y de paso y por extensión, el suyo propio como superviviente, hasta el punto de relegar al mismisimo JFK casi únicamente a detonante de lo que vamos a ver y comparsa de la Primera Dama.

Consciente de la imposibilidad de contar algo así de manera lineal, con una narrativa convencional de causa-efecto, con planteamiento - nudo - desenlace, el guión y la dirección optan por seguir el desarrollo de la entrevista indicada, con frecuentes flash-backs que siguen el "stream of conciousness" de Jackie, tanto de lo que narra al periodista como de sus recuerdos que omite compartir con el mismo, mostrándonos una mujer firmemente determinada a no perder el control y dejar su huella y su versión de lo que le ha tocado vivir. 

Y más allá del meticuloso trabajo de dirección artística y vestuario destinados a mostrarnos con exactitud documental los momentos ya conocidos por todos y en el centro de todo claro, Natalie Portman dando vida a Jackie en uno de esos trabajos dificilísimos trabajos que son el centro absoluto de la película, con la cámara pegada a tí y a tu rostro en buena parte de la misma. Su interpretación no es nada naturalista ni falta que le hace;  ante la imposibilidad de abordar un personaje real tan público y reconocido de forma transparente Natalie se mete de lleno en el mismo, en su voz, fisicidad, gestualidad y logra que no podamos apartar la vista de su transfiguración y de la profundidad psicológica que logra darle a lo que vive, a lo que nos cuenta. Ayuda mucho la densa y atonal banda sonora de Mica Levy, subrayando la desesperación y determinación de Jackie en los momentos justos y la fotografía, entre la reconstrucción histórica y la introspección e incómoda cercanía al rostro de Natalie en buena parte del metraje, casi cada vez que habla o se comunica tanto con su entorno como con el periodista.

El resultado es una película difícil y nada obvia, aunque para mi gusto muchísimo más interesante como aproximación a un personaje que la clásica hagiografía y mera exposición de hechos ya sabidos y que ojalá siente un nuevo precedente para abordar historias así.

8/10.




lunes, 30 de enero de 2017

Solo el fin del mundo: La familia y nada más.

A estas alturas con 6 películas en 7 años ya podemos hablar de Xavier Dolan como un autor total, en el sentido más francés y nuevaolero del término. "Solo el fin del mundo" por desgracia ni aumenta ni disminuye ni siquiera matiza lo que ya sabemos de él, a saber y empezando por lo obvio, su fijación con temáticas familiares y las complicadas relaciones de dependencia en cualquier familia llevadas al extremo. En este caso, se nos cuenta el regreso de Louis, tras muchos años ausente, de visita por un día a su familia para comunicarles su inminente muerte por causa no especificada.

- Que es un excelente director de actores; aquí capaz de sacar a Marion Cotillard de su zona de confort y darle un papel tan vulnerable y apocado, o de convertir a una dama como Natalie  Baye en poco menos que un travesti, canalizar la peligrosa ansiedad que transmite Vincent Cassel para logra que sea expresión pura de su personaje o bajarle los humos a Lea Seydoux y convertirla en una adolescente consumida por las dudas y aplastada por el peso de su hermano ausente.

- Su arrojo y valentía a la hora de narrar, las extremas pero acertadas casi siempre soluciones formales; en este caso el uso de sofocantes pero matizados primeros planos, el color y la iluminación en los mismos, las miradas y movimiento dentro del plano... todo configura la tensión latente de la historia, de lo que se dice por miedo a contar lo que se debería, de conflictos sin resolver en definitiva y que al final resulta lo más interesante de la película.

- El uso de la música y canciones existentes, tanto diegético como externo, a la altura de Tarantino o Almodovar en reutilizar material ya existente; la fuga mental del protagonista aquí mientras escuchamos en su cabeza Genesis de Grimes es de las cosas más hermosas que veremos este año.

Hasta aquí lo positivo. Su punto débil, cada vez más claro, es la ausencia total de mesura en lo que trata de contar; y aquí es donde le vendría bien un coguionista o un productor que le ayudase a dar forma a sus ideas o le indicase dónde cortar o que no es necesario visualizar todas y cada una de las discusiones familiares, por muy bien filmadas que estén o por mucha verdad que transmitan. En este caso llega a hacerse artificioso especialmente en la explosión de sentimientos final y termina dando la sensación de no conducir a ninguna parte. El día que consiga equilibrar su ímpetu narrativo con una buena historia que contar de manera limpia y concisa nos dará esa gran obra que tanto parece ansiar y tanto nos hace esperar. Mientras tanto yo al menos seguiré con interés su camino.

Lo mejor: las conversaciones del protagonista con el personaje de Marion Cotillar, prodigio de sutileza de y de comunicar con miradas y silencios lo que las palabras no pueden.
Lo peor: más nunca es realmente más.

6/10.


martes, 24 de enero de 2017

Arrival. El lenguaje como herramienta.

La llegada de civilizaciones extraterrestres a visitar la nuestra es uno de los temas más recurrentes de la ciencia-ficción, como en el caso que nos ocupa. Lo que no es tan habitual es el enfoque, la intención de la misma: cuando damos por hecho de que vienen con intenciones cuando menos dudas y cuando más belicosas o conquistadoras, nos encontramos aquí con la propuesta, totalmente a contracorriente, de alienígenas que no buscan conquistarnos y  sino con intención de comunicarse con nosotros, de enseñarnos, de ayudarnos en definitiva. Es pues este el primer punto de interés que hace totalmente revolucionaria la propuesta de Arrival: frente a la lucha y la violencia contra el extraño la película se centra, sin obviar las tensiones subyacentes ante lo desconocido tan propias de la especie humana, en el esfuerzo por comunicarse, por buscar un lenguaje común, centrándose en los esfuerzos de Louise, una lingüista, por descifrar las claves para el mutuo entendimiento. 
Así planteada, la película (sobre todo en su primera mitad) huye de los tópicos del género en cuanto a puesta en escena adoptando la forma de un tenso drama íntimo, de una mujer que intenta descifrar el lenguaje y en definitiva las intenciones de los visitantes mientras lucha contra sus propios demonios para acabar descubriendo que el lenguaje puede ser algo externo a nosotros, que nos explica y nos muestra algo desde fuera, algo que en circunstancias normales sería imposible de aprehender para nosotros a no ser que nos enseñen, que aprendamos a hacerlo. La dirección de Villeneuve en este sentido es modélica; vemos cosas que no terminan de encajar pero cuyo sentido vamos descubriendo a la par que Louise para cerrar el circulo (nunca mejor dicho) cuando la peli termina y descubrimos que lo que se nos cuenta es tan "circular" como los signos del lenguaje de la raza alienígena, que podríamos reinterpretarlo todo empezando en cualquier momento de la misma para llegar a la misma conclusión. Gran parte del mérito es suyo para hacernos entender conceptos bastante abstractos con el uso que hace del montaje, el tempo narrativo, la banda sonora (introspectiva, tensa y atonal), la fotografía oscura , como a media luz... Todo va en la misma dirección pero el cemento que une y da sentido final a la película es una extraordinaria Amy Adams en el papel principal, más allá de cualquier elogio, capaz de hacer fácil lo difícil, de llevar sobre sus hombros todo el peso de la carga emocional de la película y hacernos comprender y conseguir que no nos perdamos ante lo que estamos viendo. Pocas veces habremos visto una compenetración tan total entre director/protagonista/historia, esa sensación de que el resultado no podría ser tan sensacional sin el factor humano que aporta el actor o actriz. Sólo por eso, resulta una injusticia poética que Amy Adams no haya sido nominada a los Oscars de este año, frente a las 8 (merecidas) nominaciones que sí tiene la película en diferentes aspectos. Tampoco es que le haga falta, su Louise quedará para siempre en nuestra memoria cinéfila como una de las cumbres de interpretativas de nuestro tiempo.

9/10.

lunes, 23 de enero de 2017

Frantz. Reformulando la historia.

Pocas cosas me gustan más como cinéfilo que descubrir una película que me sorprenda desde su aparente normalidad o clasicismo, como esta que me ocupa ahora mismo. Frantz (2016) de François Ozon. Basada en una película de Lubistch "Broken Lullaby" (1932, "Remordimientos" en España) y en la obra de teatro en la que se basa esta última L'homme que j'ai tué) cuenta una a priori sencilla historia de culpa y perdón: poco después de la 1ª Guerra Mundial en un pueblo alemán aparece un francés (Adrien) visitando la tumba de un soldado muerto y entra en contacto con la prometida y los padres del mismo, presentándose como amigo del mismo en sus estancias en París. Tras la desconfianza inicial, acabará ganándose el aprecio y cariño de los mismos con los recuerdos que comparte sobre el hijo desaparecido. Los recuerdos sobre Frantz contados por Adrien y los momentos en los que su espíritu por decirlo de alguna manera se hace presente son filmados con viraje al color en lo que por lo demás es cálido blanco y negro, casi como si supusieran un océano de luz y vida en el oscuro y triste presente de los protagonistas. Hasta que de repente Adrian hace una revelación sobre la que se vertebra el conflicto de la película que, más allá de lo que cuenta nos hace replanteárnosla por completo: ¿Es cierto algo de lo que ha contado Frantz hasta ahora es simplemente la expresión de un deseo no cumplido? ¿Hubo una relación más profunda entre Adrien y Frantz de la que se nos cuenta? La dirección y el guión están llenos de sutiles apuntes y giros que nos llevan a dudar de todo, incluido de lo que aparenta ser la verdad sobre lo ocurrido: comentarios soltados al azar por uno de los personajes, un cuadro colgado en la pared, el vestuario de los personajes... Uno de los grandes aciertos de Ozon es hacernos asumir como espectadores el punto de vista de Anna (especialmente en la 2ª mitad en la que no contamos con la narración de Adrian) e ir descubriendo, con ella e incluso reinterpretando sus descubrimientos si acaso  la historia real no es ninguna de las narradas por Adrian, si hay otra, mucho más intima y difícil de contar por las circunstancias históricas y sociales de los personajes. Al final, el camino, tanto geográfico como interno hacia el descubrimiento supone la liberación de Anna y su apertura a una nueva vida, como queda perfectamente claro en el epílogo, y la renuncia a un pasado que pesaba como una losa sobre su presente.

Lo mejor: el uso maestro del punto de vista narrativo para reformular lo que vemos a cada momento y la confianza de Ozon en la inteligencia del espectador para no darle todo masticado. La sutil crítica implícita a la guerra, cualquier guerra.
Lo peor: quedarse con la impresión de que es un drama clásico más, cuando es rabiosamente moderna a todos los niveles.

9/10.

jueves, 19 de enero de 2017

Lalaland. La ciudad de las estrellas (pero no tan brillantes).



Qué rabia me da cuando al ver una película que espero me lo dé todo y me haga salir entusiasmado dando brincos no consiga hacerme olvidar al crítico (ja!) de cine a cambio del espectador y el placer de disfrutarla como cuando tenía 13 años. Que es lo que para mi disgusto me ha pasado con esta, la película más esperada de la temporada y la que más pasiones está despertando, así que voy a intentar explicarme antes de que alguien me diga que estoy muerto por dentro.

Vaya por delante que no me parece una película mala ni mucho menos; el intento de recuperar el musical clásico de Hollywood adaptado a nuestros tiempos me parece muy loable, y en ese sentido el trabajo de color, iluminación y claro, música, es excelente: sin ser para nada realista cumple con creces para expresar el estado de ánimo de los protagonistas y sus anhelos. Sin embargo las coreografías me parecen muy básicas, un poco como improvisadas, más cerca de lo que hizo (conscientemente) Woody Allen en "Todos dicen "I love you"" que a los clásicos de la época dorada. La virguería de rodar los dos números principales "Another day in the sun" y "A lovely night" en plano secuencia es chula pero no termina de estar bien aprovechada, hace que nos perdamos muchos detalles de ambos números al primar el plano general sobre el detalle. El guión, sobre todo en los dos primeros actos, peca de esquemático, cuando no directamente funcional. Hecho en falta más conversaciones y réplicas ingeniosas entre Mia y Sebastian, no basta con confiar en el enorme carisma y fotogenia de los actores (especialmente de ella en este caso). Ryan Gosling y Emma Stone, sin ser especialmente buenos cantando ni bailando salvan con creces la papeleta y su química y buen rollo es palpable desde el primer fotograma pero eso no basta para todo cuadre y transmita la magia que debería.

Por fortuna al llegar al 3ª acto, concretamente a  partir de la cena sorpresa (doy por hecho que quien lea esto lo habra ya visto o no considerará demasiado espoiler saber que hay una cena) la cosa cambia   y ese momento en que tal vez tengas que comerte tus sueños para llegar a fin de mes irrumpe en toda su crudeza y nos lleva a un tramo final en el que sí, todo es posible y tus sueños se cumplen si perseveras y crees en tí mismo aunque tengas que sacrificar lo que tal vez sea el amor de tu vida para ello y sobre todo nos lo muestran de manera creíble, hasta llegar a esa recapitulación final que nos muestra lo que pudo haber sido y lo que es y en definitiva, un poco como en el final de "Café Society" (de nuevo woody Allen, al final la película le va a deber más a el que a sus referentes más obvios) lo agridulce que puede ser la vida y conseguir tus metas.

¿Es suficiente para justificar el hype? Ummmm a falta de un segundo visitando me quedo con el intento y sobre todo con Ryan y Emma; esta sí es la película que la convertirá en una estrella.

Lo mejor: Emma Stone y la manera en que el epílogo redefine todo lo que hemos visto.
Lo peor: la sensación de no estar bien rematada, de que como músical no han querido o no han podido alcanzar la excelencia que al menos yo esperaba.

7/10.